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Entrénate para ser resiliente


Entrénate para ser resiliente

Comencemos este tema mencionando el título de un libro de la autora Joan Borysenko:

“Pase lo que pase, no es el fin del mundo”.

Y es así. La vida está llena de momentos maravillosos, pero también de instantes dolorosos que suelen marcarnos y hasta paralizarnos, como si el mundo se fuese a acabar.

La mayoría de las personas cree no estar preparada para superar circunstancias difíciles o peor aún, no cree tener capacidad para convertir las crisis en oportunidades. Pero también una gran cantidad de individuos aprende con cada golpe y ante el dolor o un evento traumático, se fortalecen.

La resiliencia no es una capacidad innata, pero cuando logramos desarrollarla, nos abre las puertas al crecimiento personal, al cambio, al éxito, a la felicidad, a la prosperidad, a la posibilidad de conseguir lo que tanto anhelamos. El neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés Boris Cyrulnik, refiere lo siguiente acerca de la resiliencia:

“No existe resiliencia si no se metamorfosea el dolor y se le dota de significado… La resiliencia es la capacidad de ser feliz incluso cuando tienes heridas en el alma”.

A esta frase habría que agregarle la capacidad que tiene el ser humano de dar un paso más allá y utilizar esa situación de dolor para crecer y desarrollar al máximo su potencial. Hay que saber adaptarse a los cambios y, sobre todo, salir de la zona de confort, pues ésta es una cualidad importante que impide que muchas personas avancen más. Salir de tu zona de confort y aprender, no sólo te permitirá estar mejor, te permitirá ser más exitoso y más feliz.

Sal de tu zona de confort

Hemos visto casos de personas que ante una tragedia familiar, se derrumban. El mundo acabó para ellos por la muerte de un ser querido, por ejemplo, o por una declaratoria de bancarrota, o por la ruptura de una relación sentimental. Y se postran en un sillón lamentándose “¿Por qué a mí?”, “¿Por qué yo?”, mientras se aferran a un pasado que ya no está, buscando victimizarse, a la espera de que alguien los saque del foso. Esa es su zona de confort, peligrosa, por demás.

¿Quieres comenzar a experimentar la resiliencia?

Te invito a hacer el siguiente ejercicio: Toma papel, lápiz y responde lo siguiente, asignándole un valor del 1 al 10 a tu capacidad para aprender algo nuevo, a renunciar a tu zona de confort:

  • ¿Qué tan rápido logras salir de tu zona de confort?

  • ¿Qué tan dispuesto estás a aprender a desaprender?

  • ¿Cuál es tu capacidad para aprender algo nuevo y renunciar a lo viejo?

  • ¿Qué estoy dispuesto a hacer?

  • ¿Cuánto tiempo y dinero estoy dispuesto a invertir?

  • ¿Cuánto esfuerzo estoy dispuesto a poner?

  • ¿Cuál es tu capacidad a renunciar a lo ya conocido para aprender algo nuevo?

La mayoría de la gente piensa que tiene una gran disposición para aprender, pero en realidad no la tiene, y en vez de resiliencia, desarrolla resistencia.

Todo comienzo es difícil, pero el peor paso es el que no se da. Comienza por cambiar tu punto de vista: busca lecturas que te nutran; rodéate de gente optimista, positiva y resiliente que pueda aportarte conocimiento y experiencias; acércate a las personas que realmente te quieren, valoran y estimulan; empieza a darle a cada acontecimiento adverso la importancia justa, sin magnificar los hechos y, en vez de estar buscando culpables donde no los hay o preguntando ¿por qué a mí?, céntrate en el hoy y el ahora y en cómo superar o resolver la dificultad; toma el control de tus emociones y date permiso de adoptar decisiones de manera racional; y comienza a confiar en ti y tus logros. Las relaciones positivas siempre cumplirán una función social de apoyo que amortiguará el efecto de las emociones negativas y ayudarán a fortalecer tu resiliencia.

“En mitad del invierno, finalmente aprendí que había en mí un verano invencible”. Albert Camus

Sentir emociones negativas como miedo, ansiedad, tristeza o rabia, no tiene nada de malo. El dolor forma parte de nuestra vida, nos guste o no. El problema está cuando te enganchas a él y cuando crees que “tu dolor” es más grande y nadie te entiende.

“Sin saberlo, aquello que más dolor y sufrimiento nos produce, es a lo que con más fuerza nos aferramos. Y al mismo tiempo, rechazamos la libertad, al temer perder en el proceso algo valioso para nosotros”. Steve Hagen

Cuando experimentes una situación de pérdida, fracaso, desengaño o trauma, involúcrate en los problemas de otras personas, ayúdalos y no te centres solo en ti. Verás que te ayudará a relativizar la realidad, crear lazos sociales y a sentirte mucho mejor.

Al final del camino, la persona resiliente llega a comprender que es el arquitecto de su vida, de su destino, de su felicidad y de su éxito.

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