Ana mantenía una relación amorosa con un hombre a quien consideraba “maravilloso”. Vivía por y para él, y él le correspondía con detalles que la hacían mantener esa llama encendida, hasta que un día José, sin más explicaciones, la dejó a su suerte. Tal como ocurre en las novelas o en las letras de alguna canción de despecho, Ana quedó sola repentinamente y sin saber qué hacer. De lo único que estaba segura era de que no soltaría, bajo circunstancia alguna, el recuerdo de José.
Gran parte de nuestro tiempo nos aferramos a lo que tenemos y nos negamos a algo mejor porque creemos que no podemos conseguirlo y comenzamos a inventarnos historias, fábulas y excusas para justificar nuestra forma de pensar: "No quiero una casa grande, me gusta mi casa pequeña", "No quiero un auto nuevo, me gusta mi auto viejito", “No quiero dejar a mi esposo o esposa, porque no quiero quedarme sola (o)”.
A veces justificamos que NO queremos algo, cuando en el fondo SÍ lo deseamos.
Pregúntate si te ha ocurrido algo similar. Intenta equilibrar tus emociones y tus acciones. Sincérate y responde ¿Por qué no dejas ir algo, si lo que viene seguramente será mucho mejor?
Tal vez la respuesta esté en la falta de motivación, el miedo, el conformismo o la falta de voluntad. ¿Sabes que tienes la capacidad de aceptar el cambio y renunciar a lo ya aprendido?, ¿Qué estás dispuesto a dejar?, ¿Qué te apasiona?, ¿Qué deseas? ¿Estás preparado?
Las respuestas que des determinarán tu capacidad de renunciar a lo aprendido y a aceptar nuevos cambios.
El psicólogo y conferencista Axel Ortiz dice:
“Deja que la vida fluya, aquello que se va cumple su destino, atrae lo nuevo. Dejar ir no es decir adiós, es una fiesta de bienvenida”
Si tienes una gran disposición a aprender, pero no puedes motivarte a renunciar a las cosas que más amas, ¿Puedes seguir teniendo una gran disposición para aprender? ¡Claro que sí! Primero determina, en una escala del 1 al 10, en qué valor está tu capacidad a renunciar a lo aprendido y en qué valor tu capacidad de aceptar los cambios. Si ambos no coinciden en 10, entonces reconoce que no tienes una buena disposición para aprender. Tú necesitas reconocer estos valores en tu vida.
Cuando hablábamos de la resiliencia, decíamos que no es una capacidad innata al humano, y que para desarrollarla teníamos que entrenarnos. Igual proceso debemos seguir si estamos dispuestos a desaprender para aprender y aceptar nuevos cambios. Hay que comenzar por entrenar la mente para romper algunos paradigmas que te mantienen paralizado.
¡Que no es fácil! Lo sé. Pero más difícil es mantenerte estancado donde estás, sufriendo las consecuencias de un proceder equivocado, lamentándote por lo que pudo ser y no fue, por lo que querías obtener y no lograste.
Al final de cada día, toma un papel y plasma lo que hiciste y dejaste de hacer. Haz tu propio examen de conciencia. Incluye lo que sentiste, lo que te afecta, lo que quieres obtener y no lograste, lo que deseas cambiar, traza la estrategia que consideras correcta y lo que estás dispuesto a hacer para lograr el cambio. Hay que cambiar la forma de ver las cosas, para que las cosas cambien.
Realiza este ejercicio todos los días y una vez que lo hayas logrado, busca el balance entre tus emociones o pensamientos y tus acciones reales. Cuando comiences a ver que funciona, tu capacidad de renunciar a lo aprendido y aceptar el cambio aumentará y la creencia de que puedes hacerlo subirá. Pasa más tiempo con aquellas personas que tienen lo que quieren y al ver de primera mano que ellos tienen lo que tú deseas, el deseo de alcanzar tus propias metas va a subir, junto con tu capacidad de aprender. No tengas miedo de preguntar.
“Si el éxito tiene un secreto, reside en ver el punto de vista de otra persona y contemplar las cosas desde el ángulo de esa persona y desde la tuya propia”. Henry Ford
Si un lado de la balanza tiene más peso, por ejemplo en la motivación, el individuo seguramente no tendrá ni idea de qué hacer para alcanzar lo que desea. Si tiene más peso el lado de las acciones reales, se corre el riesgo de que el individuo se aburra en el camino porque no estará motivado. Así que se hace necesario buscar el balance entre el cómo y el por qué.
“Aquel que tiene un por qué para vivir, se puede enfrentar a todos los cómo". Friedrich Nietzsche
Acepta los cambios y aprende a desaprender. Desecha el miedo y la comodidad, aprende a reconocer los valores en tu vida para lograr esa metamorfosis. Tienes que entender cuáles son tus pensamientos, comprender "el cómo" y lo que estás haciendo.
La mayoría de las personas fracasan porque siempre se preocupan más por el "cómo" en vez de buscar el balance; se enfocan en cómo puede suceder cuando no tienen la habilidad, el conocimiento, las técnicas ni la motivación para hacerlo. El aprendizaje es un proceso permanente, de todos los días, por eso quienes hayan trabajado proactivamente para expandir y diversificar sus habilidades, serán las que logren mejores posiciones.
No te justifiques más, no pongas excusas que nadie entiende. Hay mucho de actitud, de mente positiva, de cambiar puntos de vista, de abandonar zonas de confort, de aceptar el cambio y prepararte para lograr lo que quieres y mereces.¿Recuerdas el juego de dominó? En ese juego se gana perdiendo. Gana el que se deshace de más fichas. Tienes que dar para obtener, perder para ganar. ¡Que no te de flojera! ¡Cambia el chip! ¡Perdiendo lo seguro, también se gana!