La vida tiene sus altas y sus bajas. Miles (quizás millones) de canciones y poemas nos cuentan los momentos difíciles y alegres de la existencia. A todos se les puede sacar provecho, la idea de que cada cosa que nos ocurre es un todo o nada es cada día menos válida a la luz de entender que podemos decidir el significado que le damos a cualquier circunstancia.
La pérdida es una de esas desagradables situaciones que a todos nos toca experimentar. No es posible cambiar la situación, pero sí determinar qué haremos con ella y cómo nos podemos aprovechar para que sirva de impulso en nuestro crecimiento personal.
¿Qué pasaría si eso que ya no tenemos es como un trampolín para sumar a nuestra vida? El perder juega un papel crucial en nuestras vidas, mostrando cómo podemos convertir incluso los peores reveses en resurgimientos positivos. El secreto radica en si somos reactivos o proactivos con la pérdida que enfrentamos.
Una respuesta reactiva tiende a ver la situación como una amenaza, se señalan culpables y se buscan las razones generalmente fuera de nosotros mismos, se recurre a la victimización y el horizonte luce como un camino de espinas.
Una respuesta proactiva busca el lado positivo de la pérdida. Se evalúa lo que sucedió, por qué sucedió y cómo podría prevenirse la próxima vez. El enfoque se pone en evitar que se repita (en los casos en que es posible), extraer los aprendizajes y trabajar con lo que podemos cambiar dentro de nosotros mismos.
“Nuestras experiencias más difíciles se convierten en crisoles donde se moldean nuestro carácter y se desarrollan nuestras fuerzas internas” Stephen Covey
La clave está entonces en cambiar nuestra reacción. Las pérdidas aparecerán con frecuencia: una inversión que rinde por debajo de lo esperado, un cargo que se escapa de las manos, un amigo que se va a otra empresa o país y así un largo etcétera. Como dice el personaje capitán Jean-Luc Picard en la película Viaje a las Estrellas: La Siguiente Generación: "Es posible no cometer ningún error y aún así perder. Eso no es una debilidad. Eso es la vida."
Este no es un proceso que ocurrirá solo porque decidas hacerlo. Requiere tomar las herramientas para enfrentarlo, porque como dijimos, las pérdidas pueden producirse en el momento menos esperado, lo que no significa que tienen que tomarte desprevenido.
Lee, mira videos y entérate de experiencias de dolor en las que las personas han salido fortalecidas, estas te servirán de inspiración. Por ejemplo, el caso del venezolano Maickel Melamed. Un error con el tanque de oxígeno al momento de nacer causó un daño irreversible a su médula espinal. El pronóstico era que no viviría más de una semana y que nunca caminaría.
En 2011, completó los 42 kilómetros del maratón de Nueva York.
Trabaja tu yo interior. ¿Eres una persona reactiva o proactiva? ¿Cuáles son tus respuestas antes las cosas cotidianas y no tan cotidianas? El autoconocimiento y el cambio personal que este produce genera un piso que te prepara para las pérdidas y cómo sacarles el mayor provecho. Textos científicos escritos en lenguaje muy sencillo sobre inteligencia emocional, liderazgos y otros temas son de gran apoyo.
Conéctate con la fe. Las creencias juegan un rol importante en cómo manejamos las pérdidas. La mayoría de las religiones proveen herramientas para enfrentarlas y superarlas. E incluso algunas, como el cristianismo, muestran cómo su eje central es un sufrimiento del que emerge un mesías victorioso. Otras se apoyan en la práctica de la meditación o en la lectura de textos sagrados que proporcionan afirmaciones para fortalecerse durante el proceso.
“Podemos ser felices y aceptar lo que está más allá de nuestro control, mientras centramos nuestros esfuerzos en las cosas que podemos controlar” Stephen Covey